“Yo estuve allí...”Por Carlos Contera, Veterinario y criador Qué satisfacción producía el desfile de centenares de miles de cazadores por la avenida Castellana de Madrid. Qué serenidad y qué compostura. Desde que se fundaron las primeras sociedades de cazadores en nuestro país, ninguno de nuestros dirigentes había optado por hacerse notar y reclamar nuestro espacio social por la vía de la manifestación. Quizá por sí misma la fuerza asamblearia denote una menor fuerza social. Sin embargo, el pretexto de la ley de espacios naturales nos lo ponía a propósito... Y los dirigentes cinegéticos no fallaron, los cazadores tampoco. Gentes de a pié que recordaremos siempre haber participado en la primera manifestación multitudinaria de reivindicación de la figura del cazador como depositario de conocimientos, tradiciones y pasiones estrechamente vinculadas al medio natural. ‘Yo estuve allí’ podré repetir a mis nietos. Mis hijos Juan y Victor –que también participaron- se lo repetirán a mis biznietos.
Esa falta de protagonismo de los cazadores en los pasillos oficiales tiene su origen en el carácter amateur de la caza y dela mayoría de sus practicantes. El cazador forma parte de la sociedad rural desde su cara lúdica. Mientras, miles de ecologistas ocupan plazas funcionariales en autonomías, ayuntamientos y organismos del Estado. Existen hoy más de diez licenciaturas relacionadas con el campo y la vida rural que vomitan cientos de ‘ecologistas’ licenciados anuales. Miles de jóvenes urbanos entusiastas ‘sandías’ son desconocedores del campo y nuestras practicas tradicionales. Ese progresismo rojo por dentro y verde por fuera desprecia al cazador, incomprende la caza, pero ocupa por oposición los despachos en los que se cocinan las leyes del campo. Hasta los investigadores de la universidad vinculados a estudios de la caza ya no son cazadores. El verde es profesional y políticamente activo. El cazador es principalmente episódico y está completamente neutralizado en política.
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